Galería Cultural
Por: Carolina Cruz
Periódico Imagen de Veracruz
7 de noviembre de 2006
Una visión
a la obra de Adriana Papayanopulos
Texto
de Lorena González – Editora de Vogue México
Reflexiones en color representa una explosión de sentimientos bajo una
lluvia de texturas, son dos de las características de la obra de Adriana
Alonso Papayanopulos. Al igual que mis palabras, esta serie, obra que a simple vista no tiene sentido por
no formar parte de un realismo, tiene una doble lectura si uno más que profundizar en ella se deja guiar por lo que su corazón
le dicta.
Esta originaria de Veracruz, una artista de nacimiento, aunque mujer de
números de profesión, transforma la realidad en la que vive y expresa a través de su obra sus sentimientos más ocultos. Es
por eso que podemos decir que la obra de Adriana, o Lulu para los amigos, está hecha con el corazón más que con una técnica
exacta. Tal vez un reflejo a su otro yo que se aparta de ese mundo de los números.
Retomando mis palabras, explosión de sentimientos, que se plasman a través
de los rojos carmín, el azul cielo, los verdes olivos y los grises sin olvidar una la presencia del blanco que está más por
costumbre que por convicción. Estos colores que en ciertas obras se mezclan y en otras se plasman bajo una soledad, son lo
que a través del pincel del artista se expanden a través de los lienzos dando forma a situaciones, momentos y sentimientos.
En cuanto a la lluvia de texturas, las cantidades de acrílico, así como
el movimiento uniforme del pincel, crean la historia oculta o un momento dentro de la obra. Un ejemplo es “Memorias del Quijote”, las texturas y los colores no nos muestran
la típica figura esbelta de Don Quijote, sino forma parte de la memoria o los sueños de este gran personaje que confundía
la vida y la realidad. La obra expresa esta confusión.
Pero igual si uno no quiere analizar por sí sólo es una obra que te hace sentir tristeza y confusión.
En cuanto a la forma humana, uno de los elementos a los que se aferró
Adriana en sus inicios, ahora toma una forma sutil y casi ausente en donde lo podemos encontrar no como un todo sino como
una parte. Una parte que en cierta forma no está integrada de forma directa a la obra, poco a poco el cuerpo del ser humano
se va alejando de su obra dejando sólo al espíritu.
Hablar de otros elementos de la obra, es iniciar un análisis que iría
directo a la calificación de un movimiento. Expresionismo, arte abstracto, muy ligado al movimiento modernista de la era de
Pollock, pero más que todas estas etiquetas me tomo la libertad de decir que la obra de Adriana Papayanopulos es libre.
Esta serie de obras creadas en un solo año, muestran más que la planeación
exacta una barricada de pensamientos, una simple ola de sentimientos. “Provocar sentimientos, expresarme, trillado lo
sé, pero todo gira en base a mi estado de ánimo, a vivencias recientes o lejanas, qué me hicieron sentir, qué siento cuando
lo recuerdo, nostalgia, alegría, enojo” estas palabras de la misma artista nos muestran que su arte no son para marcar
historia, sino simplemente busca el principio del arte, la muestra de los sentimientos. Aspecto que hasta cierto punto hemos
olvidado tratando de encontrar la verdad de la estética.